Estoy consciente de que esta declaración “No hay contaminación, No hay desgaste, No es broma” puede no sentarle bien con algunos lectores, como a algunos puristas dentro de la comunidad de la tribología. Pero antes de que alguien se exalte demasiado, permítanme empezar enumerando mis suposiciones:
- La máquina está bien diseñada, fabricada e instalada.
- Se utiliza en la aplicación para la cual fue diseñada, dentro de parámetros nominales de operación (cargas, velocidades, etc.).
- El lubricante se ha seleccionado correctamente y produce una película de aceite (hidrodinámica o elasto-hidrodinámica).
- Los niveles de lubricante y los intervalos de cambio se mantienen adecuadamente.
- Se efectúa análisis de aceite y otras prácticas de monitoreo de condición, conforme a las mejores prácticas.
Todos sabemos que la contaminación se presenta en muchos estados, químicos, físicos y radiológicos. Estas formas incluyen invasiones tales como partículas sólidas, agua, calor, anticongelante, hollín, combustible y aire. Algunos contaminantes pueden ser eléctricos, mientras que otros son microbianos. Algunos pueden ser químicamente inertes, mientras que otros son catalizadores. Algunos se disuelven mientras que otros son coloidales o se mantienen libres. Y algunos pueden ser benignos, mientras que otros son agresivos y destructivos.
El mal acecha ... si le das la oportunidad
Muchos lubricantes parecen estar continuamente «poseídos» por contaminantes malvados. Tal vez necesitan un exorcismo. Cuando los contaminantes invaden a un lubricante, alteran sus buenas cualidades, o lo convierten en un agente peligroso, transportando a los contaminantes hacia zonas sensibles dentro de la máquina. Mantener impecable un lubricante, sin ningún tipo de contaminación, no suele ser posible en la realidad. En su lugar, las mejores prácticas tienden a abordar el grado de limpieza o sequedad y la tasa de ingreso.
Una razón para esto es la relación desproporcionada entre el nivel de contaminantes y la destrucción (desgaste). Por ejemplo, si se duplica la cantidad de partículas del tamaño del claro dinámico, existe una buena probabilidad de que la tasa de desgaste de la máquina resultante no se duplique, sino que aumente entre tres y seis veces, dependiendo de las circunstancias. Desde una perspectiva de mantenimiento, necesitamos pensar a la inversa. Reducir la concentración de la suciedad en un 50 por ciento puede aumentar considerablemente la vida útil de la máquina.
Baje el volumen, por favor
Los niveles de contaminantes en las máquinas son similares a botones de control de la tasa de desgaste. Imagine el control de volumen en una consola estéreo: gire la perilla en el sentido de las agujas del reloj y aumentará el volumen; gírela en sentido opuesto y el volumen disminuirá hasta ser inaudible. En nuestro caso, es similar: gire la perilla a la derecha (incremento de contaminación) y la velocidad de desgaste se disparará rápidamente. Gírela en la dirección opuesta (disminución de contaminación), y el desgaste se desvanecerá. Sin embargo, a diferencia de la perilla de control de volumen, que le da inmediata retroalimentación de audio, la perilla del nivel de contaminantes es muy sigilosa, similar a un silbido agudo inaudible. Nuestros sentidos no pueden detectar inmediatamente el daño que está ocurriendo. En cambio, recibimos retroalimentación en una de dos formas: cambia la concentración de partículas de desgaste (mantenimiento predictivo) o falla la máquina (mantenimiento a la falla).
Muchos de nosotros estamos familiarizados con otra táctica, conocida como mantenimiento proactivo. En esta táctica no se trata de controlar los síntomas (partículas de desgaste) o reaccionar a la falla, sino más bien en controlar y erradicar las causas raíz. La palabra clave aquí es «control», como la perilla de control. Las actividades de confiabilidad y mantenimiento deben centrarse en factores que son controlables, ignorando todo lo demás.
Por ejemplo, muchas de las condiciones en mi lista de suposiciones no están dentro del ámbito práctico de control de los mantenedores de la maquinaria. Lo que no es controlable por las actividades de mantenimiento puede ser controlable por los diseñadores de las máquinas, los fabricantes o los agentes de compras. Los propietarios de los activos ejercen el control siendo selectivos al especificar las características deseadas de las máquinas y los accesorios para el control de la contaminación y la excelencia en lubricación. Comprar máquinas baratas, con el mínimo de accesorios, prácticamente en los huesos (sin filtros, respiradores, puertos de muestreo, instrumentación, visores, etc.) es equivalente a formar parte de los mismos peligros causados por la contaminación.
En la práctica, es casi imposible probar la premisa declarada en el título de este artículo. Siempre hay excepciones, pocas son absolutas, y sabemos que las reglas están hechas para romperse. Por lo tanto, podemos distraernos debatiendo, o podemos ocuparnos y mantener bajo control la contaminación del lubricante.
Noria Corporation. Traducido por Roberto Trujillo Corona, Noria Latín América