El año pasado había un libro en la lista de Best Sellers del New York Times llamado “Have a New Kid by Friday” (Tenga un Hijo Nuevo para el Viernes). Fue escrito por el sicólogo Kevin Leman y había vendido más de 400,000 copias. Para capitalizar el éxito de este libro, Laman se apresura a publicar otro titulado “Have a New Husband by Friday” (Tenga un Esposo Nuevo para el Viernes)
El éxito literario de Leman es testimonio de la apelación y popularidad de la rápida (y fácil) solución a un problema. No me malinterpreten; no tengo ningún problema con el concepto de las soluciones rápidas cuando existe alguna legítimamente disponible, pero como padre de familia, sé que no puede conseguir que un chico cambie su mal comportamiento y se convierta en un chico modelo en tan solo siete días. La mayoría de los padres no podrían siquiera leer el libro en siete días. Como esposo, también sé que mis malos hábitos no podrían eliminarse en siete días; mi esposa podría sustituirme en siete días, pero no hacerme cambiar.
Cualquier persona sensata sabe que los resultados instantáneos, aun para el más simple de los problemas, son una ilusión, pero esto no quiere decir que la noción de una solución rápida o incluso una solución transitoria no puedan tener lugar.
La semana pasada tuve una conversación con un cliente mío de hace varios años, que ha estado sosteniendo una larga batalla con el fabricante de una máquina hidráulica que adquirió hace tres años. La máquina nunca se ha desempeñado de manera que mi cliente se sienta satisfecho, ni de acuerdo con las especificaciones anunciadas por el fabricante.
Este cliente es un propietario/operador, lo que significa que su máquina es su medio de subsistencia. Y ya ha tenido suficiente. Así que ahora está llevando a juicio al fabricante de la máquina – una decisión que no ha tomado a la ligera.
A pesar de que él nunca me consultó directamente sobre este tema, yo estaba consciente de los problemas que estaba teniendo y la manera en que el fabricante del equipo estaba respondiendo a ellas. El meollo del asunto, y que ahora se argumentará en la corte, es que el modelo de la máquina que compró mi cliente fue comercializado como la versión “profesional”, lo que significa que fue diseñada para utilizarse al menos por ocho horas al día, cinco días a la semana. Esto contrasta con el uso que le daría un aficionado o usuario de fin de semana, que la utiliza por lo general por lapsos de un par de horas, dos días a la semana.
El problema es que, cuando el modelo “profesional” que compró mi cliente fue operado de forma continua durante más de un par de horas, su rendimiento cayó drásticamente. La razón principal de esto, que era claramente evidente para mí, es que la capacidad de refrigeración instalada en el depósito era insuficiente, o más exactamente, no tenía capacidad de refrigeración en absoluto.
Yo no sólo compartí esta evaluación con mi cliente, sino que como ya he trabajado para él antes y no quería verlo perder trabajo e ingresos como resultado de la falla de la máquina, la cual tenía una clara deficiencia de diseño, le presenté una solución provisional – cambiar a un aceite sintético de alto índice de viscosidad (IV).
No me malinterpreten en este momento. Estoy a favor de hacer las cosas bien. La solución correcta a este problema es la instalación de un intercambiador de calor de la capacidad suficiente para mantener una adecuada y estable temperatura de operación del aceite y por lo tanto la viscosidad. Pero en este caso, había dos obstáculos importantes para que esto ocurriera. El primero era la naturaleza compacta de la máquina, lo que permitía muy poco o ningún espacio para equiparla con un enfriador de aceite hidráulico. El segundo era que mi cliente esperaba, con justa razón, que el fabricante de la máquina hiciera esto dentro de la garantía, lo que significaba que primero tendría que admitir que la máquina tenía un defecto de diseño.
Cambiar a un aceite sintético de alto IV no haría nada para resolver el problema de la insuficiente capacidad de refrigeración, pero ayudaría a que la máquina enfrentara este problema. Así que, en este sentido, sin duda se podría clasificar como una solución transitoria.
91%
de la gente emplea una solución provisional para atacar un problema, de acuerdo con una encuesta reciente efectuada por www.machinerylubrication.com
Por desgracia, mi cliente no acató este consejo. Tal vez fue porque, a pesar de la aparentemente generalizada popularidad y seducción de la solución rápida, hemos sido condicionados para pensar en términos negativos de las soluciones provisionales. Este sesgo negativo hacia la solución provisoria en ingeniería es particularmente fuerte, y en muchas situaciones, con toda la razón. Por ejemplo, no hay forma de que una solución transitoria fuera apropiada para los recientes problemas de los motores Rolls-Royce Trent 900 instalados en el Airbus A380. Sin embargo, si usted tiene una mini-excavadora con un problema crónico de sobrecalentamiento que no se puede corregir fácilmente, abrir la mente a una solución provisional puede ser algo muy constructivo.
Como lo mencioné anteriormente, estoy a favor de hacer las cosas bien, y considero que las soluciones rápidas, balas de plata, píldoras mágicas, remedios milagrosos que curan y resuelven todo, son cosas vagas y poco realistas. Pero como el autor Malcolm Gladwell dice: “Hay momentos en que necesitamos un atajo conveniente…”, el truco está en ser capaz de reconocer cuándo una solución transitoria es apropiada y cuándo no lo es.
Le deseo a este cliente la mejor de las suertes con su demanda. Merece ganar. Pero más que eso, después de haber rechazado la solución transitoria, ahora tiene que ganar.
81%
de la gente tiene un concepto negativo de las soluciones provisionales, de acuerdo con la reciente encuesta efectuada por www.machinerylubrication.com
Noria Corporation. Traducido por Roberto Trujillo Corona, Noria Latín América.