Mi caja de herramientas ya no está llena tan solo de herramientas. Muchos de los artículos en ella son instrumentos. En esta era de diagnósticos, la gente espera que conecte una especie de caja mágica a la computadora de su vehículo que me diga qué parte debo sustituir. Los mecánicos tenemos un pequeño secreto: las cosas no funcionan de esa manera. Algunos de los instrumentos que utilizamos son sensoriales: nuestros cinco sentidos, y ese incalculable sexto sentido. La capacidad de diagnosticar es una combinación de equipos confiables, habilidades sensoriales y experiencia adquirida con el tiempo.
Cuando tenía 10 años, mi padre me presentó mi primer instrumento, una bombilla de anticongelante con cuatro esferas de diferentes colores en el interior. Se aspira el refrigerante y el color de la última bola que flota indica la temperatura a la que la mezcla de agua y anticongelante se congelaría. Actualmente, esta simple bombilla se sigue utilizando en la mayoría de los talleres.
¿Qué instrumento se utilizaba antes de esas bombillas para refrigerante? Le pregunté a mi padre y me dijo “lo hacíamos como los rusos”. Él trabajó como técnico en instrumentación de un Boeing B-17 en la Base Tinker de la Fuerza Aérea en Oklahoma City durante la segunda guerra mundial. Uno de sus amigos fue asignado a Rusia para acompañar a algunos de los aviones Bell P39 que adquirieron. El P-39 utilizaba un motor Allison V-17 enfriado por líquido y requería un refrigerante y anticongelante base etilén glicol. En las prisas de la guerra, su amigo aprendió de los rusos cómo poner analizar el anticongelante cuando se descomponían o extraviaban los hidrómetros. ¡Lo saboreaban!
¡No trate de comprobarlo! NO pruebe el refrigerante de su automóvil. Le doy mi palabra y la de mis camaradas: El anticongelante nuevo es dulce y su dulzura se disipa a medida que envejece. Con un poco de tiempo, puede desarrollarse una habilidad para probar la potencia de un anticongelante. Muchos glicoles son dulces y por tanto se utilizan como conservadores de alimentos. Utilizados en pequeñas cantidades, los glicoles son seguros y aumentan la vida de los productos horneados. Mis hijos casi se desmayan cuando les mostré que estaban comiendo donas con anticongelante. Claramente se ve en la lista de ingredientes de esas donas espolvoreadas que hay un poco de glicol.
Yo utilizo diariamente mis sentidos en mis procedimientos de diagnóstico. A menudo se puede diagnosticar un automóvil por el sonido que hace a medida que entra al el taller. El olor que produce un auto hace puede decirle muchas cosas a un mecánico, junto con los otros sentidos del gusto, la vista y el tacto.
En esta revista hay anuncios de instrumentos, quipos y servicios de diagnóstico. Sin embargo, tenemos que aprender a incorporar nuestros sentidos para obtener los mejores resultados. Cuando mis clientes me ven conectar mi computadora de diagnóstico a su auto, quieren ver cómo ella me dice qué reparar. Les cuento esta historia para ilustrar cómo no sólo este instrumento, sino también mis sentidos, la experiencia y otros instrumentos, trabajan todos juntos
Yo le pido a mi cliente que se imagine que posee un pequeño hotel de 10 pisos, con 10 habitaciones en cada piso. Una noche, mientras está sentado en la recepción, se activa una alarma de incendio. Le explico que mi computadora le dirá en qué piso está el fuego. Le dirá las tres posibles habitaciones involucradas y le sugerirá las pruebas a efectuar en cada una de las habitaciones. Ya hemos reducido el trabajo de investigación de 100 a 3 habitaciones. Aplicaremos a continuación pruebas que provienen de la experiencia y de los manuales de reparación. Por ejemplo, toque la manija de una puerta para ver si está caliente. Vea si por alguna otra puerta está saliendo humo. Olfatee otra de las puertas para determinar qué tipo de fuego es. De acuerdo con el resultado, cada puerta determina el siguiente paso: ya sea que debamos utilizar otro instrumento o consigamos las herramientas para solucionarlo.
Este ejemplo muestra cómo es que se requiere de una combinación de instrumentos, literatura, información sensorial y herramientas para resolver el problema. En una ocasión Jim Fitch, el editor de la revista Machinery Lubrication, pidió una más profesional descripción de trabajo para los gerentes de lubricación1. En su propuesta de descripción de trabajo usó verbos tales como «asegurar, establecer, seleccionar, identificar y supervisar». Leyendo esta propuesta de estándares y su solicitud de retroalimentación, vi que todo lo que uso en mi negocio se utiliza aquí. Materiales de referencia, datos de instrumentación, experiencia, retroalimentación, y el uso masivo de los sentidos fue el llamado a la acción establecido en su propuesta.
De la Teoría a la Práctica
Tengo un primo, Vernon, quien fue ascendido a supervisor de mantenimiento en una estación de compresión de gas. Se le asignó la estación más asquerosa, más pobremente mantenida en la línea. La primera vez que vi la planta tenía áreas de trabajo sucias, fugas por las bridas y un mal estado generalizado en toda la planta. Al año siguiente, la planta estaba limpia y pintada, las áreas de trabajo estaban organizadas y bien provistas de herramientas y con todos los dispositivos de seguridad. A pesar de estar el piso recién pintado, todavía había fugas por las bridas por todas partes, y en cada conexión de escape había un trapo que ayudaba a recoger el goteo. Vernon era de esas personas que siempre tienen el auto más limpio en toda la ciudad. Él nunca conduce su Corvette en la lluvia, ya que podría enlodarse la carrocería. Pero lo que parecía una broma, los trapos sucios en un piso muy bien pintado, mi primo había establecido las prioridades. Cuando le pregunté por qué no había corregido todas los fugas, respondió: «No puedo hacerlo todo en un año, y los trapos me dicen lo que debo hacer a continuación». Él había desarrollado un sistema para determinar qué fugas debía reparar, primero empleando trapos, midiendo las fugas y aplicando su experiencia. Al cabo de dos años, su planta tenía el menor tiempo de inactividad (una mejora, ya que era la que tenía el mayor), la más baja reducción de los tiempos de flujo y el menor mantenimiento no programado.
Esto es lo que pedía Jim Fitch en su artículo. Vernon usó los datos disponibles en el sitio de trabajo, su experiencia profesional, un plan de ejecución diseñado por los datos de instrumentación y observación. Todo eso dio como resultado los más bajos costos de operación y la promoción de Vernon a gerente de la estación.
Ese simple procedimiento de Vernon, de utilizar los trapos, definitivamente no fue un instrumento nada sofisticado, pero sí preciso. Me pregunto si Vernon olía los problemas.
Referencia: 1Fitch, Jim. “Se Buscan: Profesionales de administración de la lubricación.” Revista Machinery Lubrication. Noviembre 2002.
Una Nariz Sabe
Los mecánicos automotrices experimentados han desarrollado sus habilidades sensoriales. Yo uso el mío en el trabajo todos los días.
Los ruidos que hace un automóvil pueden revelar muchas pistas para resolver el problema: por dónde comenzar a buscar, qué tan grave es el problema y, a veces, saber exactamente lo que está mal. Puede parecer difícil de creer para el público en general y los mecánicos aficionados, pero es verdad: Ciertos clics, golpes, cascabeleos y rechinidos pueden traer a su memoria recuerdos de algunos desafíos del pasado y sus soluciones.
En un artículo que escribí hace tiempo, bajo el título «Casi quemado» (Almost Burned, Revista Machinery Lubrication, septiembre de 2002), me referí al líquido de transmisión quemado. Yo supe que estaba quemado, ya que olía y se veía quemado. Conozco perfectamente los olores a quemado de un cojinete, aceite de motor, correas/bandas y alternadores. Son diferentes los olores del aceite de motor, del líquido de transmisión, del líquido de frenos, del líquido de refrigeración, y de los lubricantes y grasas. Huelen diferente – estén quemados o no.
Si un cliente se queja de baja potencia, alto consumo de combustible y un extraño olor que emana de su vehículo, lo primero que hago es tocar cada rueda y olfatear al mismo tiempo. Estoy en busca de un freno pegado.
Si un cliente dice que su tubo de escape está expidiendo humo, como si estuviese fumando, le pregunto de qué color es: Los diferentes colores de humo definen diferentes fallas, entre las que están:
Humo blanco
Agua: juntas dañadas o culatas rotas, problema que suele ser grave.
Humo gris/azul
Aceite: pistones quemados, o fugas por las culatas.
Humo negro
Motor funcionando con demasiado combustible, problemas con la computadora o inyector.
Humo blanco en motores diesel
Demasiado combustible, igual que en el humo negro en motores a gasolina.
Humo negro en motores diesel
Operación normal, por lo general no hay problema.
Mucho antes de que tuviéramos instrumentos sofisticados para determinar el origen de los problemas en un auto, confiamos en lo que poseemos. Nuestros sentidos siguen siendo actualmente una parte importante de nuestras herramientas de diagnóstico.
Noria Latín América. Traducido por Roberto Trujillo Corona, Noria Latín América.